Sinceramente, creo que muchas
veces no. Seguramente la respuesta está dentro de cada uno de nosotros. Hace
sólo algunos días, el filósofo Francesc Torralba reflexionaba sobre ello en la
conferencia Vivir con plena conciencia que ofreció en Girona, en un ciclo de
conferencias y talleres organizados por Grupo Mémora y el Servicio Catalán de la
Salud, con un gran éxito de convocatoria.
“Vivir con plena conciencia
quiere decir actuar, porque se puede vivir de manera inconsciente, ausente. Lo
que hace vivir con plena conciencia, lo que nos activa, es el límite de la
muerte. Ante la muerte hay dos tipos de estado de ánimo: la tristeza, que nos
puede invadir, o pensar que no podemos malbaratar el tiempo y que hay que vivir
la vida intensamente”, decía Torralba.
La verdad es que tal y como
aseguraba Torralba, cuando las actividades se hacen conscientemente se hacen de
otra manera. Y sino que les pregunten a las familias que acuden a un hospital,
a un centro de atención primaria, que deben acudir a un tanatorio o que esperan
pacientemente que el maestro del colegio de su hijo les atienda para una entrevista
particular.
¿Todos estos profesionales
–sean médicos, enfermeras, trabajadores sociales, psicólogos, personal
funerario, maestros o educadores- que estamos al servicio de las personas,
actuamos de manera consciente? ¿Escuchamos, atendemos, acompañamos, de manera
activa? ¿O, en demasiadas ocasiones, nos dejamos llevar por la rutina o el
tedio?
Actuar con conciencia es
hacerlo asumiendo que lo que hacemos tiene consecuencias sobre la vida de otras
personas. Recuerdo todavía hoy lo que me dijo un paciente en la etapa final de
su vida, refiriéndose a los profesionales de la salud:
“Para vosotros somos uno más.
Algunos hasta recordareis mi nombre, pero otros os referiréis a mí como el
paciente de la habitación seis o el señor del pasillo. Sois nuestro contacto
con una parte del mundo exterior. Cualquier detalle, cualquier palabra,
cualquier gesto o mueca nos puede ayudar a afrontar un buen día o nos puede
hundir en la más absoluta tristeza”.
Todos los días, pero
especialmente los lunes siempre intento llevar grabadas en mi interior estas
impactantes palabras. Porque son reflexiones como estas las que nos despiertan
y nos hacen conscientes de que estamos vivos.