De hoy para mañana,
casi sin quererlo -los ingresos habitualmente llegan sin avisar-, he recuperado
las habilidades y aptitudes que aprendí durante mi etapa de enfermero al
cuidado, primero, de personas con enfermedades crónicas y, después, al lado de
personas mayores. Por suerte, son quehaceres que no se olvidan, que quedan
grabados, como aquel que aprende a ir en bicicleta y vuelve a ponerse encima de
los pedales, en este caso pedales profesionales.
Dar la vuelta a la
almohada para mejorar el confort, apretar la mano en una situación de dolor,
enseñar a respirar de forma consciente para calmar y recuperar el equilibrio
interno, poner cojines para ofrecer a la persona encamada la mejor posición o hacer un masaje para reactivar la circulación. Son cuidados básicos
relacionados con el confort, la higiene, la comodidad y la seguridad de la
persona que reportan satisfacción no sólo a quien los recibe, sino también a
quien los ofrece.
Porque a veces, para quien está encamado y necesita ayuda para desarrollar sus funciones básicas es más de agradecer reposar encima de una sábana estirada o con una espalda
cuidada, que evite la aparición de llagas, que tener garantizadas dos tomas de
temperatura corporal al día.
La actual situación
de recortes sanitarios, pese a las dificultades, no debe ser nunca un
impedimento para que los profesionales de la salud y, en este caso, las
enfermeras y enfermeros, abandonemos nuestros cuidados, que, al fin y al cabo,
son la verdadera esencia de nuestra profesión. Probablemente hay quien lo
olvida y prioriza aquellas medidas eminentemente técnicas, como poner una vía,
una inyección, cambiar el suero o tomar la tensión arterial, que aunque son
importantes para la persona nunca deben enmascarar los cuidados más básicos.
Hace ya más de 25
años, durante mis primeros días de clase en la escuela de enfermería y cuando
aún desconocía lo que me depararía la profesión -con sus alegrías y sus sin
sabores-, una profesora nos decía, a modo de predicción, que, en el futuro, existiría
un aparato que tomaría la tensión arterial, incluso el pulso. Pero que lo que
nunca, nunca ningún artilugio ni aparato podría sustituir seria cuidar a una
persona. Y yo sigo absolutamente convencido de que seguirá siendo así.
Josep: quanta veritat i necesitat per la persona que està hospitalitzada.
ResponderEliminarEspero i desitjo que totes, i escric un altre cop, TOTES les enfermeres siguin concients o es facin conscients d'aquesta primera necesitat de la persona malalta.
Bé, anònim, la base teòrica per fer-ho la tenen, la tenim. Cal posar-la a la pràctica cada dia. Com quasi tot a la vida.
ResponderEliminarGràcies pel teu comentari.
El valor afegit que aportem les persones és incalculable. Un magnífic post.
ResponderEliminarGràcies per la teva valoració i el teu comentari.
ResponderEliminarPrecisament crec que es tracta de que cadascú aporti el valor afegit que tingui, gran, mitjà o petit, però que l'aporti.