Celebrando la vida en su honor. Así plasmaba con un
pequeña nota sus sentimientos uno de los familiares de una persona difunta hace
unos meses, después de emocionarse al recorrer la exposición Luz profunda de arteterapia en el final
de la vida que estos días se puede visitar en el recinto modernista del Hospital
de Sant Pau de Barcelona.
En esta muestra se puede observar las obras
pictóricas fruto del proceso creativo de tres grupos de protagonistas: las
personas enfermas que fallecieron después de ser acompañadas por el equipo de
la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital de Sant Pau y que participaron en
sesiones de arteterapia; sus familiares, que también realizaron su propio
proceso creativo sobre el duelo; y finalmente artistas profesionales que tras
entregarse a una introspección sobre sus propias pérdidas, se encontraron con
los familiares y con la obra del ser querido fallecido, para aportar su visión
del proceso.
El resultado es un trabajo plural y solidario que se
asoma al vacío de la pérdida, al gesto artístico que ayuda a trascender en
sufrimiento, al ciclo de la muerte y de la vida. Y donde compartir, aunque sea
en silencio en muchas ocasiones, forma parte del proceso de duelo individual.
Durante el recorrido por la muestra, que deja los
sentimientos más profundos a flor de piel, me llamó especialmente la atención
el caso de Maria Antonia, madre de Pilar, que falleció de cáncer. Tras la
muerte de su hija, esta mujer, junto con otros participantes, se reúne para
expresar a través del arte su sentimiento de pérdida, de vacío.
Y lo primero que pinta es un angosto camino negro
sobre fondo oscuro, que al final de todo, tras una sesión compartida con otros
familiares y con los artistas profesionales, consigue convertirse en otra
creación protagonizada por el mismo camino, pero esta vez sobre un fondo verde,
azul y decorado con estampados coloridos.
En este caso, el arteterapia consigue que Maria
Antonia se reconstruya después del contacto físico, reflexivo, espiritual y
participativo con el material expuesto, en definitiva con el ciclo de la muerte
y de la vida.
La historia de esta mujer, igual que la de los otros
ocho familiares que participan en esta muestra, deja el corazón más que
encogido. Nos obliga, voluntariamente, a reflexionar y por qué no a recordar
nuestras propias pérdidas.
Un ejemplo de ello es el espacio final de la
exposición en la que muchos visitantes cuelgan sus propios pensamientos,
reflexiones y dibujos sobre la vida y la muerte… Los hay de clásicos, sacados
de proverbios y frases robadas, y otros de creación propia, pero todos ellos
hechos con el corazón y desde la profunda estimación hacia los seres queridos
que se fueron. Pese a la pérdida, sigamos pedaleando, reza uno.
Muchas gracias por dedicar un post a la exposición Luz Profunda. Todo el equipo de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Sant Pau valoramos especialmente la gran participación espontánea del público en los paneles creativos. Nos señala que más allá del tabú que encierra el final de la vida y el duelo, muchísimas personas conectan profundamente con esta temática y desean hacerla más visible e integrada.
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