Con la boca abierta me he quedado esta semana cuando
leí las críticas del responsable de relaciones laborales de la Confederación Española
de Organizaciones Empresariales (CEOE), José de la Cavada, sobre los
cuatro días de permiso que el Estatuto de los Trabajadores otorga por defunción
de un familiar de primer grado cuando es necesario pernoctar. Aunque
posteriormente se desdijo al comprobar la polvareda que levantó, este tipo
argumentó textualmente que, en este caso, ahora “los viajes no se hacen en
diligencia”.
Entonces me vino de golpe a la cabeza las
palabras de Cecília Borrás, madre de Miquel, un joven de 19 años que murió por
suicidio, y que ahora ayuda a famílias afectadas por situaciones similares a
través de la entidad Después del Suicidio. Asociación de Superviventes, que
ella misma preside.
Borràs, que con el paso del tiempo se está
convirtiendo en una referente mediática en cuestiones de duelo por suicidio,
reflexionaba en voz alta: “En España cuando alguien se casa, la empresa te da
15 días de permiso, si tienes o adoptas un hijo y en función del convenio laboral, se
disfrutan de diversos días retribuidos y de hasta 16 semanas para el padre o la
madre del recién nacido. En cambio, cuando se te muere un hijo se supone que en
dos días una debe estar restablecida por completo”.
Es evidente que ni en 50 vidas se podría superar
la muerte de un hijo, y que muy probablemente se aprende a vivir de una manera
distinta. Pero lo que está claro es que es que en todas las pérdidas,
especialmente de los más allegados, es necesario dar un margen suficiente de
tiempo para que la persona que debe afrontar un proceso de duelo se resitúe
mínimamente y salga del estado de schock
incial sin necesidad de engañar o de encontrar a un médico amigo que firme una
baja laboral.
Los comentarios de este responsable de CEOE han
despertado todo tipo de quejas. Una de las opiniones más agudas las del
periodista Ignacio Escolar, que desde su tribuna en diario.es resumía su posicionamiento
de manera inequívoca. Y lo hacía con un jugoso titular: “Hemos llorado a los muertos por encima de nuestras posibilidades”.
Creo que yo no sabría explicarlo mejor, pero
humildemente, desde este blog, me atrevo a replicar al señor de la Cavada. Que
la muerte de un allegado, algo que espero que ocurra lo más tarde posible, le
pille cerca, no sea que se vea obligado a viajar en diligencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario