El capítulo diez de la serie Pulseras Rojas, que este verano está arrasando en la parrilla
televisiva, ha abordado, de manera directa y sin tapujos, el duelo, la muerte y
las pérdidas, y lo ha hecho especialmente para dirigirse al público adolescente,
principal seguidor de esta historia contada por el polifacético guionista
Albert Espinosa.
Pulseras Rojas relata, en el capítulo Dividir la vida para que se multiplique, las vivencias y los sentimientos
del grupo de adolescentes protagonista –todos ellos ingresados en un centro
hospitalario por enfermedades de larga evolución- ante las pérdidas de dos de sus componentes, especialmente de Ignasi,
que no logra superar una intervención quirúrgica, y los procesos de duelo que
inician en ese mismo momento.
Esta historia sirve de excusa perfecta para abordar
las fases del duelo, con inteligencia, claridad y de forma comprensible y para
todos los públicos, más allá de la edad, profesión o historia de vida.
La valentía de este capítulo va más allá, pues
acierta al plantear el proceso de duelo no sólo ante la pérdida por la muerte
de un amigo, sino también fruto de la separación de un compañero de habitación,
que recibe el alta hospitalaria. Durante la vida nos enfrentamos a múltiples
procesos de duelo porque son múltiples las pérdidas que acumulamos: la separación
de un amigo, un divorcio, la muerte de nuestros allegados, una pérdida del
trabajo, el cambio de ciudad, barrio o piso…
Albert Espinosa pone sobre la palestra un tema que
todavía es un tabú y lo hace a través de una serie líder de audiencia, que en
Catalunya, donde se emitió hace más de un año en su versión original, logró
convertirse en un fenómeno mediático entre los adolescentes, dentro y fuera de
las pantallas.
¿Quién dijo que tratar temas como la muerte, las
pérdidas o el proceso de duelo, que al fin y al cabo forman parte de nuestras
vidas, no interesa al gran público ni tampoco a los más jóvenes? Pulseras Rojas ha demostrado que no es
así y que se puede abrir este tipo de debates con productos frescos, modernos y
que rompan moldes.
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